lunes, 17 de julio de 2006

Crónica de una Lucha (La Paz) Parte III


El réferi, llamado Shagi para los cuates, finalmente silbó para comenzar las hostilidades. Me quedé mirando fijamente a mi enemigo quien estaba midiéndome mientras dábamos vuelta al ring. Nos tomamos firmemente en la llamada "toma de réferi" y mi cabeza simplemente se blanqueó. Tal vez era el nervio, tal vez la culminación, pero no sabía qué hacerle al enemigo que tenía frente a mí... ¿derribarlo? ¿llavearlo?... de pronto... Zoc!!! me ganó la pichada y me envió al piso "pa que te alivianes che tigrito!!" me dijo.

Ese golpe tal vez me despertó o tal vez me hizo regresar en mí, y comencé dándole un látigo corto para alcanzar a respirar un poco y calmar los nervios. Jamás mi sistema nervioso había estado tanto bajo estrés, sentía que se iba a colapsar en cualquier momento como si se tratara del sistema telefónico tras un desastre natural. De pronto vino en mí la preparación, las buenas vibras, todo y comenzamos un llaveo a ras de lona, tranquilito que terminó en Ecocidio dando tumbos por la lona.

Me intenta hacer una llave japonesa y me resisto.. dos veces, y le planto una japonesa para luego celebrarla mientras preparo mis músculos para lo que viene... pum... tras.... velocidad... giros... golpes.... azoto... ouch...



Me viene a la mente haber tenido el placer de no solo conocer sino haber compartido buenos momentos con estrellas de la lucha libre, de las historias que escuché, de mi bautizo en Ciudad Constitución y de las giras que a pesar de toda la diversión y trabajo que tenemos en ellas, inevitablemente termino llegando a la casa cuando el sol comienza a clarear en el horizonte.


Pero la concentración también alcanza su máximo. Tengo que ejecutar bien todos y cada uno de los movimientos que he aprendido hasta el cansancio, con el fin de poder enfrentar a un rival que me exige sacar una buena parte de mi repertorio, y ejecutar un espectáculo para el público y un ejercicio deportivo para mi contrincante. Todo está saliendo a pedir de boca hasta que veo que ya está cansado y que puedo aprovechar una debilidad en su defensa, me quiere golpear con un brazo y le aplico una llave para obligarlo a rendirse, así, rapidito, ándele, ¿te aplico más dolor?... ¿Te vas a rendir? Andele réferi ya se que eres rudo pero pregúntale, mira, está sufriendo el animal... verás le jalo este brazo.... ¡¡¡se rindió!!! eeeh!!!

No todo es miel sobre hojuelas. El encuentro, a pesar de ser corto, me deja con las fosas nasales y la boca totalmente secas, como si mi cuerpo hiciera un esfuerzo desesperado por tener hasta la última gota de agua para todos los sistemas musculares y respiratorios me arrebata toda la humedad que pudiese usar para la saliva, o para el sudor... o las lágrimas.... mi garganta está total y absolutamente seca, igual mis ojos... tengo que tener un descanso de uno o dos minutos. Mi respiración es rápida y profunda...

(mañana, el gran final)...

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